Saludos, de un año más...

En un agitado fin de semana, pero la celebración de cumpleaños, lo más importante.

Mi hija ¡por fin! le celebrábamos sus cuatro años, con casi veinte días de atraso. Enero había sido un mes difícil, pero ya tengo una niña de cuatro años, día a día se convierte en el ser más vital que pueda tener, quiero llenarla de globos, de colores rosados y de algunos chicles, que es todo lo que pide para ser feliz. Hablar de ella, es un poco hablar de lo que quiero de ella, cómo padre sonará cliché pero cómo dice la Agrado, ¡lo mejor!, me cuesta soltarla, me niego constantemente a su independencia. Que se siente sola en el baño, que hasta ahora se limpie sola; no, me mata ese desprendimiento, me cuesta. Pero crece irremediablemente, será ella mi mejor carta de presentación, lo que resulte de ella será la forma en que seré medido, por ella seré cuestionado. Constantemente he manifestado mi interés con ella, pero empezaré a callarlo, no quiero limitarla, pero cómo me dice Mili, todo mi actuar con ella va pal’ lado que yo quiero, esos juegos de personalidad, de historias, de libertad creativa, tiene una intención… chinita por favor yo hago mi parte, haz tú la tuya. Felicidades hija, te amo inmensamente, desde un interior que involucra tanto lo físico como lo espiritual.